domingo, 5 de mayo de 2013

Teorema de tu cicatriz.

Espérame aquí. Con tu silueta obvia de sol desbaratado, con los labios deshechos de incertidumbre, con el peso insoportable de la cultura occidental sobre tus hombros, con el vientre intacto de dolor. 
Espérame horrorizada de un viento que es apasiblemente desvirtuado por el sonido. Esperame con espiritu de licuadora cansada de gritar. Que me espere tu sombra y su terca compañera pegada a sus pies.
 Yo te espero. Cuento las hojas que caen, los nidos, los capullos, las vueltas que nos da la luna, tus pocas maneras de no pensarme. Me cuento tu nueva vida que en cualquier momento vuelves a matar.
Apago la luz y te espero. 
Tienes que volver.
Tienes que volver porque te espera el abismo que aquí dejaste. 
Para que vuelvas a llenarlo.

domingo, 10 de marzo de 2013

Trópicos y meridianos.

Nos quedaron nomás los recuerdos, como bien advertía su abuelo mientras miraba nuestras caras inocentes y resbaladizas de llanto.  Yo nunca la entendí, ni a ella, ni a ninguna.  Lo que si llegué a desenmarañar con minuta astucia fueron sus ojos vacuos, aquellos que reflejaban lo que los demás querían, sólo eso.  No sabes como es aquella mirada hasta que la tienes bien cerquita, en la intimidad de ambas mentiras que llamábamos vidas.  Es como ver un androide, que alguna vez tuvo conciencia, antes  que la marihuana le detonara la esquizofrenia, antes incluso que cogiera en azoteas desconocidas, antes de descolgar los viejos diplomas y reconocimientos del abuelo sabio y cansado.  Mi manera de vernos a futuro fue siempre anticipada al dolor y a nuestros rencores conjuntos.  No me sorprendió cuando se fue, cuando le vi marchar con los tacones llenos de lodo, al ritmo de un corazón desbaratado, con la espalda moteada de una lluvia inquieta.  Después de eso habité con desgana todos los brazos que me acogieron, caminé confundido las calles que hicimos calendario, me quedé con los recuerdos, con la ilusión de que ella hiciera lo mismo.

sábado, 14 de julio de 2012

Los pasos de mi fastidio

Ante la orilla de tus manos incandescentes se traza el equador de tus desvelos
  y ahora que tus manos son barrica me sustentan el desdén de tus senos descuidados.
Con que facilidad me arrojas a la volcada imagen de tu rostro destellado en  las mareas,
 pero aquí vamos otra vez cojeando, para ver a que hora se nos rompe la muleta,
 aquí andamos masticando la contingencia de la avenida que nos arrojo iracunda y tardará obcecadas    bocanadas en tragarnos.
Si vienes hazme creer que fue un error, que encontraste en las ramas de mi casualidad tu encanto,
 que ya no es necesario olvidar atar las agujetas para tropezar y encontrarme en el suelo,
  ya obligado a soportar tus manotazos.
Ya la nieve se cansó de ser huella de tu paso entorpecido,
 ya los derredores de mi boca se ven desmejorados.
Sin reparos va la caravana de un millar que no supo ser más que procesión,
 que no permitió encontrar tus restos,
 ahí quédate entonces, ahí quédate recostada en los escombros,
 ya la tierra sabrá que hacer contigo,
ya sabré despedirme de la estación que no encontró coraje en ambos meridianos.

Amores Caporales

Y se respira una tristeza absolutoria cada vez que me lo cuento,  cuando logro quitar la traba de la puerta no hay más que el temporal cantando a centelladas, el mismo hecatombe trémulo, el mismo estruendo indeciso donde lo había dejado.
Yo intento no mojarme pero más no puedo hacer por ésta viscera obstinada que no piensa quedarse, tal vez descifré muy tarde ese susurro que encubriste con el roce de tu boca, no comprendí ese arranque en tu mirada fomentando mi estrabismo, esa invitación a redescubrir tu geografía que no es más que acumular saliva de semanas sin probar bocado, tuve entonces el atrevimiento de cruzar ese campo minado que es tu cuerpo, me embolsé los cubiertos para comerte a dentelladas, y entonces me vi quizá como el caos me concibió en un rincón de la creación, donde acaso emprendí el revoloteo, donde la raíz se invierte, para entonces regresar al embrollo de nuestras caricias, al collage de sábanas donde convergemos, donde dimos nueva descripción al mundo.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta a ella.

Quise desnudarte en un tonto juego de prendas y fuiste más hábil,
cuando no tenia más que apostar tocaste mi espalda, ahora las alas.
Disculpa si dejo mi escalera recargada en tu ventana pero si no piensas bajar voy a subir
(por aquello que la rapunzel pos-moderna tiene los cabellos cortos).

jueves, 11 de diciembre de 2008

Basta con que me cegues.

Hace tiempo no me inventaba una excusa para tu talento de mirarle crecer los dientes al azar, tus deseos de adormecerme el aterido espejismo de tu boca,
no espero su gesto comprometido,
basta con salarme la existencia e indagar un infrecuente camino hacia mi,
antes de que terciaras esa falsa vida de los tuyos,
antes de que me irrumpieras la muerte con la transmutacion de fingida moral me hallaba ya cerca de tu vista como para humillarnos a tener que vivir ciegos y aprender a vivir de nuevo,
tus evasivas ultimamente solo me reparten desazon,
no me preguntes que tan lejos llegaremos porque aun no lo se,
rendido estare el dia que te decidas a desearme escondido.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Trémulo recuerdo.

No siempre me encuentro pensando en ti,
incluso por ratos me hallo esquivando tus memorias porque siento que cada vez me pesan más tus días y tu tacto,
no siempre me intento dispuesto a aguantarte la mirada,
son los ruidos en el cielo que trepidan y temo que me encuentres recordando al fin los nombres de tus muertos,
no te amo para quedarme en tu trémulo recuerdo por hoy solo tengo instinto animal y motivo humano para quedarme a tu lado.