Las esquinas de un cuarto nunca son apreciadas.
Conocí la conveniencia mutua, la palpé en sus grietas finas y me revolqué en sus desproporciones.
Me leí en los rostros el interés y la indulgente fantasía de la intimidad.
Quisiera no sentir esto pero la razón siempre se apropia al final. Ni el sentido mas emotivo ni la sensibilidad humana han podido resistir los embates del intelecto.
El empecinamiento en el deseo desata la ira más profunda en el interior del apasionado.
Pero también la templanza contiene sus temperamentos fortuitos.
El semblante de mi oratoria dará fe de este fenómeno. Ahí podrás encontrar el encuentro de mis goces, las simulaciones de mis estrépitos, la tierra que me sostiene.
He dejado de pensar que algo ulterior me subordina. Ya no pienso mas esa brecha que me mantuvo separado del instinto.
Una vez adaptado a nuevos fines mi sombra buscó cuerpo. Me resguardó en la palabra. En el cielo oscuro y sus venas trazadas.
Mis recuerdos:
"La pensaba todavía acostado en la duela
el suelo de barco con los pasos
retumbándome las muelas
De la inmundicia, el humo de cigarro
delgado el aire mi cabeza acaricia
Después de mi ajetreo conocí
a la mujer que arrebataría mi morbo
mis miedos la alejaron del escombro
y el primero que besó su hombro
en vitrina la exhibió y le dio cohombro
Represiones provocaban
el infierno de soñarla
que con otro cultiparla
mientras sus cabellos arla
acariciando ristras
enristras dudas ocultas
pero no indultas la crasa boca
rozas la bocaza que es supina
los ojos de ave
y la voz de ruina
por dentro va renqueando
fuera va trotando duro
iba con aliento seco
de haber mascado despojos
deshojo las manías de mis manos divinas
intacto llega el retrato torcido a mis manos."
Son aquellas impresiones las que me prolongan.
Sin la humedad de los recuerdos me sobra el cuerpo.
Conocí la conveniencia mutua, la palpé en sus grietas finas y me revolqué en sus desproporciones.
Me leí en los rostros el interés y la indulgente fantasía de la intimidad.
Quisiera no sentir esto pero la razón siempre se apropia al final. Ni el sentido mas emotivo ni la sensibilidad humana han podido resistir los embates del intelecto.
El empecinamiento en el deseo desata la ira más profunda en el interior del apasionado.
Pero también la templanza contiene sus temperamentos fortuitos.
El semblante de mi oratoria dará fe de este fenómeno. Ahí podrás encontrar el encuentro de mis goces, las simulaciones de mis estrépitos, la tierra que me sostiene.
He dejado de pensar que algo ulterior me subordina. Ya no pienso mas esa brecha que me mantuvo separado del instinto.
Una vez adaptado a nuevos fines mi sombra buscó cuerpo. Me resguardó en la palabra. En el cielo oscuro y sus venas trazadas.
Mis recuerdos:
"La pensaba todavía acostado en la duela
el suelo de barco con los pasos
retumbándome las muelas
De la inmundicia, el humo de cigarro
delgado el aire mi cabeza acaricia
Después de mi ajetreo conocí
a la mujer que arrebataría mi morbo
mis miedos la alejaron del escombro
y el primero que besó su hombro
en vitrina la exhibió y le dio cohombro
Represiones provocaban
el infierno de soñarla
que con otro cultiparla
mientras sus cabellos arla
acariciando ristras
enristras dudas ocultas
pero no indultas la crasa boca
rozas la bocaza que es supina
los ojos de ave
y la voz de ruina
por dentro va renqueando
fuera va trotando duro
iba con aliento seco
de haber mascado despojos
deshojo las manías de mis manos divinas
intacto llega el retrato torcido a mis manos."
Son aquellas impresiones las que me prolongan.
Sin la humedad de los recuerdos me sobra el cuerpo.