Pero mi vida es mas como el vaho de la ventana, que tras el aliento se demuestra ausente y por mas forma que den los dedos al mensaje solo aquel que miró su rastro puede verle.
Somos todos diapasones, somos creacion y somos verso, somos lluvia y vendaval, cuerpo demacrado y terso.
No venimos a enterarnos del equivoco por la boca del ajeno. Si tenemos cuerpo propio y una personalidad en obra negra vamos a embarrarnos hasta el mentón del ser y existir que es un supuesto. Algunas veces ser aunque parezcamos morir. Algunas veces vivir aunque parezcamos no existir.
Dobla el paso de tu cama al sanitario y verás el paso urgente del migrante derivante.
Aquel hombre ahora niño sin talento figurante.
El mejor futuro que de tus bigotes pende.
Los lujos y arrebatos con sabor a muerte.
La extinción cínica y obvia que ésta tierra vive inerte.
A la espera de un millar y otro mas, y otro y otro hasta que el viento miente.
Y decanta su tirano paso en el marchito vientre.
De ciudades y caminos todos quietos, ni uno verde.
Lloro el trino, canto un grito, murmullo el espasmo, bramo al verte.
Que terrible es estar vivo y no entenderte.
Comunicarnos y reirnos pero no prudentes.
Hurga, rasca y roe hasta que alguno encuentre.
El manual inexistente para el hombre negligente.
Que no se comprende ni el mismo, ni su ego, ni su muerte.
Si acaso el arte que deja a su paso, tras su tranco indiferente.
Somos todos diapasones, somos creacion y somos verso, somos lluvia y vendaval, cuerpo demacrado y terso.
No venimos a enterarnos del equivoco por la boca del ajeno. Si tenemos cuerpo propio y una personalidad en obra negra vamos a embarrarnos hasta el mentón del ser y existir que es un supuesto. Algunas veces ser aunque parezcamos morir. Algunas veces vivir aunque parezcamos no existir.
Dobla el paso de tu cama al sanitario y verás el paso urgente del migrante derivante.
Aquel hombre ahora niño sin talento figurante.
El mejor futuro que de tus bigotes pende.
Los lujos y arrebatos con sabor a muerte.
La extinción cínica y obvia que ésta tierra vive inerte.
A la espera de un millar y otro mas, y otro y otro hasta que el viento miente.
Y decanta su tirano paso en el marchito vientre.
De ciudades y caminos todos quietos, ni uno verde.
Lloro el trino, canto un grito, murmullo el espasmo, bramo al verte.
Que terrible es estar vivo y no entenderte.
Comunicarnos y reirnos pero no prudentes.
Hurga, rasca y roe hasta que alguno encuentre.
El manual inexistente para el hombre negligente.
Que no se comprende ni el mismo, ni su ego, ni su muerte.
Si acaso el arte que deja a su paso, tras su tranco indiferente.